Mi compromiso ético para construir un PJ que me represente.
La gestión de un Partido político no sólo tiene por objeto dirigir, convocar y programar; sino promover una verdadera cultura ética de la identidad partidaria. Mi ética está anclada a la afectividad, a la transparencia y al ejercicio de la "tosudéz" para resistir hasta donde sea posible y sistematizar posiciones y acciones en son de una meta.
Desde 2017 mi meta al interior del Partido ha sido evidenciar y convencer sobre la necesidad de reformar la Carta Orgánica para engrandecer el Partido en una identidad que pudiera representarme; y estoy seguro que a muchos y muchas (esa historia puede revisase aqui). Y esa identidad no es cualquier peronismo. Es un peronismo popular y desarrollista, respetuoso de lo público y opuesto a la transferencia de recursos públicos al campo de lo privado en son de afianzar poder de conducción. Un peronismo opuesto a la corrpución, y a la violencia que las conducciones de pensamiento único, generan en los más debiles.
Como lo expreso en mi renuncia del 5 de julio (conocerla aqui), la apertura a la participación y la reforma de la Carta Orgánica de modo que asegure igualdad de oportunidades en la conducción partidaria, fueron los ejes que la sustentan. En el día de ayer el Consejo del Partido finalmente asumió avanzar sobre esos hechos; y entonces mi renucia ya no tiene razón de ser. La Reforma y la Elección de autoridades partidarias por los afiliados marcarán -espero- una ruptura sustantiva con la tradición peronista salteña de los últimos 30 años. No es este el espacio para consideraciones sobre los motivos por los cuales ahora si, y antes no. En el momento oportuno abrá que analizar eso.
Lo que para mi se torna irrenunciable es el afecto y el reconocimiento de mis compañeros/as del Consejo al no aceptar mi dimisión. Me predispone a continuar colaborando desde donde puedo y como pueda, en hacer posible la utopía de un PJ Salteño del color de Campora y Perón (bueno, el primer Perón al decir verdad). El de Ragone y Eva. Necio y descomprometido hubiera sido insistir con la renuncia, más aún, en los tiempos de divisiones internas que corren, en los que se encuentra comprometida justamente, la identidad del peronismo en Salta. Es un tiempo que nos necesita a todos con la mejor predisposición al diálogo que podamos ejerecitar. Pero con la firmeza de la identidad para no traicionar en el diálogo; lo que somos y a quienes representamos, lo tengamos más claro o menos claro. Y es que en la política quienes somos se completa en la mirada de los otros.
Asistimos a una transformación tan radical, como aquella posterior a la útlima dictadura '76 - '83, cuando el peronismo resucitó entre las cenizas de la represión política. No puedo quedarme ajeno al proceso. Cualquiera sea el resultado. Y nada indica que va a ser fácil. Porque la antipolítica y la derecha peronista se unen en esta época, como antes los verdugos para aniquilar a esa generación de jovenes personistas que hoy conocemos como "los desaparecidos".
Leí en cierto medio de prensa y escuché a periodistas de una radio nacional, faltar a la verdad (o no corroborar sus dichos, que es lo mismo) sobre mi persona y mis acciones en torno a mi renuncia. También desató una violencia inuistada en las expresiones de algunas y algunos compañeros militantes más papistas que el Papa. Cabe preguntarse en este caso quien es "El Papa", a quien están defendiendo con tanta urgencia. Pero no es importante esa respuesta.
Lo único importante es no sacar el cuerpo, no volverse frustrado y antipolítico. Lo cual requiere de un constante ejercicio de empatía y de resistencia. La vida, no es otra cosa que la decisión de cada día de elegir dónde se quiere estar, con quienes y con quienes no. Y en mi caso también, aprender como funciona el poder y los efectos invisibles de la antipolítica (aún la que surge en los más proximos y queridos a veces) para disminuir mi propio sufrimiento humano y el de muchos.
Dijo un viejo dirigente al que admiraba mucho en mis primeros años de incursión en la vida política partidaria ..."esto no es un colegio de señoritas, Fernando!". Tal vez lo decía porque no me escuchaba gritar, sino tan solo hablar, percibir, sistematizar, precisar. Y yo agregaría, ..."el mundo tampoco es color de rosa". Sino todos los que parecen ser, efectivametne serían. La política es eso: hacer que los que parecen, terminen siendo. Muchos lo llaman "desnaturalizar" para hacer posible, lo imposible.
Por un Partido abierto a todos, todas y todes.